jueves, 14 de mayo de 2009

Como robar 230 kg de oro sin que se note...demasiado

Teresa Tambunting, mujer de 50 años –felizmente casada y con dos hijos, con un nada despreciable sueldo de 165.000 dólares anuales- fue capaz de robar, a lo largo de un período de 6 años, un total de 230 kilos de oro, pepita a pepita y sin que nadie (¿acaso el marido?) sospechara lo más mínimo.

Teresa trabajaba como jefa de operaciones en la joyería Jacmel de Queens. Casi todos los días, antes de rematar la jornada, lograba sustraer una pequeña pieza de metal amarillo y ocultarla en el fondo falso de su monedero. Con la tenacidad de una hormiga, fue acumulando en casa un auténtico tesoro valorado en 12 millones de dólares.
La joyería no se percató del 'desfalco' de oro hasta el inventario, a primeros de año. Las pérdidas anuales de más del 3% de la materia prima resultaban ya bastante sospechosas. Se abrió una investigación interna, y días después Teresa Tambunting apareció con una maleta que pesaba 35 kilos y que tuvo que arrastrar con la ayuda de un empleado. Una semana después aparació con otra maleta cargada de oro...
"Confesó que había estado robando durante un tiempo", informó el pesidente de Jacmel, Jack Rahmey. La policía tomó cartas en el asunto y descubrió el resto del alijo en su casa de Scarsdale, en los suburbios de Long Island, ante la estupefacción de los vecinos que la tenían como esposa y madre ejemplar.
Esta misma semana, Teresa Tambunting compareció ante el juez y quedó poco después en libertad bajo una fianza de 100.000 dólares. Su robo pertinaz puede costarle hasta 25 años de cárcel, aunque el abogado David Kirby piensa alegar que la mujer –que llevaba 27 años trabajando para la firma Jacmel- actúo siguiendo un "impulso obsesivo-compulsivo" que no podía controlar.
El fiscal del distrito, Richard Brown, no se ha dejado ablandar por las circunstancias y piensa pedir la pena máxima por hurto. "Lo que ha hecho está mujer es ni más ni menos que establecer una 'mina virtual' en Long Island y extraer de ella de millones de dólares", asegura Brown.
En el aire está el papel de su marido, Edgardo Tambunting, que trabaja en la firma financiera Cantor Fitzgerald. La policía no ha podido determinar aún si intentó conseguir dinero a cambio del oro que su mujer fue almacenando en los armarios, como si llevara seis años preparándose para el largo invierno de la recesión.

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